
Creo que una de esas barreras en mi caso, es la obsesión. Me confieso una mujer obsesiva. Cuando me propongo algo, no hay quien me lo saque de la cabeza y me haga cambiar de opinión. Soy porfiá como una mula.
La vida también, se encarga de mostrarte el camino, para que te des cuenta que las cosas no son como uno cree. Así me ha sucedido en algunas de mis relaciones sentimentales. A veces, Diosito me muestra cómo es la persona en la primera impresión. Y yo, con mi obsesión, lo paso por alto. Hay personas que son de una manera, y esa manera no nos satisface, pero le damos y le damos (la obsesión), pensando que las cosas pueden ser diferentes y que pueden mejorar, cuando en la primera cita, ya percibimos que son personas egoístas, que no están ni ahí contigo, y que sólo buscan su beneficio personal. Aléjate entonces de esas personas. Nada bueno traen, sino que todo lo contrario. Y ahí es donde juega la obsesión, que nos impide en el primer encuentro, inmediatamente, tomar la rienda de la situación y mandarlo a buena parte. Hay que cortar por lo sano. Y en ese mismo momento ser capaces de decir: “No, esto no es para mí”. Si hay algo que no te gustó la primera vez –tratándose de valores- es mejor dejar libre el camino y hacerse a un lado. Si lo hablaste y no escuchaste el eco, entonces pierdes el tiempo. Y ahí está la verdadera inteligencia de las personas. Es más sabio el que aprende de los golpes y saca una enseñanza, que el que se cree lo mejor de lo mejor, cuando en realidad se engaña a sí mismo predicando lo que no practica. Elimina la obsesión, y corta por lo sano. Actuando así lograrás ser más feliz (espero haber aprendido y no salir reprobada la siguiente vez).
Se la vi... no, no se la vi (bueno si), c’est la vie!!