“…Yo estaba sola. Vivía muy triste. Creía que nunca, iba a encontrar un amor. Hasta que llegaste. Se fueron mis penas. Y con tu cariño empecé a olvidar el dolor.
Yo estaba sola. Tan sólo soñaba. Creía que todos mis sueños estaban tan lejos de ti. Hasta que llegaste. Se fueron mis penas y con tu cariño empecé a olvidar mi dolor.
Con tu amor, se fueron mis penas y llegó la felicidad. Gracias a ti, no siento tristeza, ni dolor, hoy soy muy feliz…”
Yo estaba sola. No vivía triste, pero sí me faltaba algo para estar plena. Y creía que nunca iba a encontrar un amor. Conocía personas que no me llenaban completamente, y creía que el amor, en esta vida, no iba a ser para mí. Me sentía frustrada. Y pensaba en lo injusto de la vida, que siendo una persona de buenos sentimientos y de muchas virtudes… no encontraba quien me valorara por todo lo que soy. Esa injusticia de la vida no la entendía. Y a mis 43 ya pensaba que era demasiado exigente, y que, por mi exigencia, no iba a encontrar a nadie. Me resignaba pensando que lo que buscaba no había nacido y me sentía tan superior (intelectual y espiritualmente) ante los hombres que conocí, que yo quería alguien que fuera más que yo. Que fuera mejor que yo, alguien para admirar y para amar. Y si yo soy virtuosa e inteligente, simpática y agradable, cariñosa y de piel, sincera y honesta, fiel y leal, apasionada y sensual, emprendedora y trabajadora, esforzada y perseverante, observadora y detallista y poseedora de un amor inagotable… si yo soy así, ¿porqué no iba a encontrar una persona como yo? Que sintiera como yo, que amara como yo, que se preocupara como yo. Había perdido la esperanza, y aunque seguía viva y latiendo débilmente la llama en mí, seguía intentándolo. Hasta que llegaste…
El primer abrazo de Año Nuevo que le di a un hombre (que no fuera mi hermano) ¡por fin surtió efecto! La mariposa que se posó en mi mano, fue una imagen premonitoria. Por fin encontré lo que he buscado por años. Por fin encontré la horma de mi zapato. Por fin veo un hombre que proyecta un abanico de virtudes. Al fin encontré el ser que valora a la mujer, a la niña, a la amante, a la artista, a la Angélica que soy. Y lo he encandilado con mi luz. Y lo he hechizado con mi amor, y juntos, hemos encontrado la compañía sublime.
Hoy, soy muy feliz...